La mente es traicionera.
La mente es mala.
Te absorbe el alma,
se apodera de tu cuerpo.
Por qué no contamos los días
en los que he estado
perdida,
en otro mundo sometida
en dolor, mentira y
fantasía.
Se pierden las riendas,
al galope te arrastran las
cadenas,
te pesan las muñecas y las
caderas,
lo quieras o no lo entiendas.
Tus ojos miran al vacío,
tu cuerpo está inmóvil y
quieto,
pero tu corazón hace
ejercicio.
Tu mente corre en silencio.
Nadie se dará cuenta.
No se puede ver nada.
Está oculta, sin rumbo, está
ocupada.
Ni siquiera le quedan
fuerzas… al que de verdad lo intenta.
Sin saber porque todo avanza
deprisa,
se escapa lo más valioso
el oro y mi tiempo precioso,
que convierto en llantos,
locuras y risas.
La mente es traicionera.
La mente es mala.
Ladrona de mis días.
Dueña de mis actos.
Ayúdame a controlarla,
a distinguir lo que es
realidad
a matar los mounstros que me
ahorcan
a poner los pies sobre la
tierra.