El secreto para ser feliz
no es ninguna fórmula mágica,
aunque la vida te enseñe a base
de arañazos penetrantes,
es la mejor profesora.
Más quisieramos tener un manual
de supervivencia en los días de tormenta mental,
no todo es tan fácil como parece,
pero sí que puedes moldear tú tu paisaje.
Todo es percepción, relajación y respiración,
una buena charla o una ilusión
que te haga seguir caminando.
¿Por qué seré tan distraída?
Si por eso fuera hay muchas cosas
que me llaman la atención en esta vida,
quizá es que mi cabeza va muy deprisa
y hay muchos detalles que valoro como un regalo,
que no sé cual empezar a abrir.
Entonces, vamos despacio,
que no hay prisa.
No importa lo que vaya a pasar mañana
si no has disfrutado el hoy.
Me acalora el mes de julio,
pero tengo la textura de la suave brisa
y las plumas de las gaviotas.
Vamos migrando
donde más nos conviene estar
en cada momento,
no puedo estar en todos los sitios bonitos a la vez,
porque a día de hoy si viajo al hemisferio sur
tendré frío.
No puedo dejar de pensar
y en la tesitura de echar a dormir
o ponerme a volar
ha venido un amigo pajarero
a decirme que los vencejos
pueden echarse una siesta mientras vuelan.
Sigo soñando lo mismo año tras año
y me pregunto si al menos
algo de todo lo que no me acuerdo que he soñado por la noche
tiene que ver con ello.
Tendrías que ponerte en la piel
de una persona
cuando la ves de mal humor de repente,
te has equivocado de cable
y no sabías que su bomba estaba a punto
de explotar.
Los sentimientos se hacen pólvora
si no salen a fuera,
no me importa que llores
y ver tu arcoiris de fuegos artificiales,
porque es la mejor forma
para sentirte bien ahora
y yo te voy a respetar.
¿Por dónde empezamos entonces
para deshacer el nudo marinero?
Nunca es tarde tampoco
para deshacerte de esa red enteramente y
ponerte a volar bien alto como un vencejo
sobre las olas en las que estuviste atrapado.